NO TENGO NI LA MENOR IDEA YA DE CÓMO IBA A LLAMARSE ESTE BLOG REALMENTE. SÓLO RECUERDO QUE TRAS PROBAR MIL NOMBRES DISTINTOS, TODOS INTERESANTES, NO ME BASTÓ CON QUE BLOGGER DIJERA QUE ESTABAN YA TOMADOS. ENTRÉ UNO POR UNO EN TODOS ELLOS. ME DIJE: "SI A ALGUIEN SE LE HA OCURRIDO UN BLOG CON ESTE NOMBRE, SEGURO QUE AGUANTA VISITARLO". PARA MI SORPRESA, RESULTÓ QUE EL 99.9% ERAN BLOGS VACÍOS O CON UNA ENTRADA O DOS RIDÍCULAMENTE MINIMALISTAS DE ANTES DEL 2005. ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO? QUIERO QUE SE LO PREGUNTEN TODOS.

miércoles, 13 de junio de 2012

Expresidente Uribe incita a la agresión


Expresidente Uribe incita a la agresión
Por: Arco Iris





Foto: Secretaría de Prensa / Presidencia de la República

La Corporación Nuevo Arco Iris rechaza los graves señalamientos del expresidente de la República Álvaro Uribe Vélez a través de su cuenta en Twitter, hoy cerca de las 9 AM, donde anunció: “Escribiré a las 5 pm sobre el Cartel de los Sicarios: Zuleta, León Valencia, Coronell, Cepeda…” No cabe duda que dicha calificación incita a la agresión y pone en riesgo la vida y la integridad personal de los periodistas y políticos allí mencionados.

Lo que ha hecho el portal ArcoIris.com.co es informar sobre cosas verídicas que le interesan al país. El sábado 9 de junio publicó “Sobrina y cuñada de Álvaro Uribe apresadas en Colombia con fines de extradición a EE.UU. por ser ‘socias y aliadas estratégicas’ del cartel de Sinaloa, según la DEA”. (Ver nota http://bit.ly/Lny1me) A raíz de la publicación de este hecho se han generado reacciones agresivas no solo del expresidente Álvaro Uribe, sino también de personas cercanas a su círculo como José Obdulio Gaviria, quien en su columna de El Tiempo ¡Nos duele Colombia! se fue lanza en ristre contra el director de Nuevo Arco Iris, León Valencia, el periodista Daniel Coronell y el presidente Juan Manuel Santos.

Se requiere con urgencia que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos se pronuncie frente a estos hechos porque no sólo estará en riesgo la vida de las personas que mencionará hoy a las 5 P.M. incluidas en el supuesto Cartel de los Sicarios, sino también la libertad de prensa en Colombia.

Corporación Nuevo Arco Iris

Junio 13 de 2012

martes, 12 de junio de 2012

Más De Mil Campesinos Del Norte Del Cauca Defendiendo La Vida Y El Territorio Se Movilizan A Finca Invadida Por Militares



Más De Mil Campesinos Del Norte Del Cauca Defendiendo La Vida Y El Territorio Se Movilizan A Finca Invadida Por Militares


2012-06-10

Por: Comisión de Comunicaciones Marcha Patriótica Suroccidente Colombiano / Oficina de Prensa


Ante la constante violación de derechos humanos y la grave crisis humanitaria en que se encuentran los pobladores de la zona rural del municipio de Miranda en el departamento del Cauca,  más de mil campesinos deciden movilizarse en defensa del derecho a la vida y el territorio.
Las diferentes poblaciones ubicadas sobre la cordillera central en el suroccidente colombiano, son constantemente escenario de enfrentamientos de grupos armados, hechos, en los que la población civil termina siendo la más afectada.
Los campesinos e indígenas del norte del departamento del Cauca  en las últimas semanas han tenido que sufrir reiterados abusos por parte de la fuerza  pública, que se ha ubicado en medio de la población civil, poniendo en claro riesgo a los habitantes de esta zonas.

Tras la ocupación irregular militar de predios de propiedad de cinco campesinos en la vereda Calandaima del municipio de Miranda, generada con la instalación de una base militar; y ante la alerta por amenazas y abusos de autoridad por parte del ejercito, mas de mil campesinos e indígenas  de los municipios de Miranda, Caloto, Toribio y Corinto en el norte del Cauca, y de Pradera y Florida en el sur del Valle del Cauca, se movilizaron el día de ayer hacia la finca ocupada por los militares.

"Estamos cansados de ser utilizados como escudos humanos y de los constantes atropellos del ejército, los campesinos exigimos el retiro inmediato de la base militar y que se nos permita regresar a cultivar nuestra  tierra para sobrevivir." Declaro uno de los campesinos presente en la movilización

Por este motivo, desde el día de ayer se encuentran asentados en la finca,  a pesar de las constantes amenazas del ejército, quienes han advertido que la zona está minada.

Es de extrema gravedad la situación de riesgo en que se encuentran los más de mil campesinos e indígenas, que están exigiendo legítimamente el derecho a que se les respete la vida  y defendiendo su territorio, las amenazas por parte de los militares son una constante, además la población ha denunciado que un gran contingente del Escuadrón Móvil Anti Disturbios ESMAD esta acantonado en el municipio de Miranda, y que será enviado en cualquier momento a desalojar de manera violenta a los manifestantes que amparados por la Constitución exigen el derecho a la paz consagrado en el artículo 22.


COMISIÓN DE COMUNICACIONES
Movimiento Político y Social Marcha Patriótica
Suroccidente Colombiano

sábado, 9 de junio de 2012



Política |8 Jun 2012 - 6:47 pm

En dos meses se repararán 40 mil víctimas en el país
Por reparación, familiares de víctimas recibirán $17 millones
Por: Redacción Política
La Unidad de Víctimas anunció que reparará administrativamente a los afectados por la violencia con indemnizaciones que van desde los 30 hasta 40 salarios mínimos.

Cerca de 1.200 víctimas de la capital antioqueña serán indemnizadas económicamente y serán vinculados a proyectos de reparación, rehabilitación y garantías de no repetición.
Este sábado en Medellín el presidente Juan Manuel Santos lanza la ruta integral de reparación para brindarles atención a las víctimas del conflicto armado en Colombia.
Cerca de 1.200 víctimas de la capital antioqueña serán indemnizadas económicamente y serán vinculados a proyectos de reparación, rehabilitación y garantías de no repetición.
Medellín fue seleccionada como la primera ciudad para comenzar la implementación de la ruta integral, teniendo en cuenta que allí se registran cerca de la mitad de solicitudes de indemnización en el país. Las víctimas hacen parte de las 7.000 que, según el Plan de Reparación, serán indemnizadas en Antioquia y de las 40.000 en todo el territorio.
Paula Gaviria, Directora de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas señaló: "buscamos que la indemnización que reciben las víctimas se constituya en el punto de partida para la reconstrucción de su proyecto de vida y para mitigar el daño por los hechos sufridos”.
De acuerdo con el Plan, la ejecución de las indemnizaciones se dará de forma gradual y progresiva, dependiendo de los hechos de los cuales han sido afectados. Las personas con discapacidad, madres cabeza de hogar y adultos mayores tendrán prioridad.
Gaviria explicó que la entrega de los recursos de indemnización está apoyada en el Programa de Acompañamiento a la Adecuada Inversión, con el fin de “ofrecer posibilidades amplias de utilización del dinero, creando alternativas concretas en áreas como educación superior, generación de ingresos y proyectos productivos o acceso a vivienda”.
Para el senador antioqueño Ignacio Zapata, “esta es una muestra de voluntad política, de trabajo con la comunidad. Es una pauta hacia adelante para crear escenarios de justicia”.
Recientemente, el Departamento para la Prosperidad Social informó que la ruta integral tendrá una inversión cercana a 250 mil millones. En el evento se presentarán públicamente los primeros 20 enlaces de reparación, que hacen parte un grupo total 250 personas que operarán en distintas zonas de Colombia para ejecutar el plan.
Fernando Carrillo, Director de la Agencia Jurídica del Estado, explicó que “la clave es analizar la ejecución de la iniciativa a partir de la política en materia de víctimas. Es el momento para que el Gobierno cree nuevos caminos para la verdad y la justicia”.
El reto del Estado estará en articular una estrategia integral para que las medidas y las soluciones económicas estén acompañadas de un proceso de verdad y reconciliación.

Las víctimas de Mampuján, Bolívar
A principio del mes de junio, el Gobierno anunció un desembolso por 8.300 millones de pesos para las víctimas de Mampuján y Las Brisas, Bolívar, como una vía de reparación con la comunidad que fue masacrada y desplazada masivamente en el año 2000. Es decir que las 789 víctimas habían esperado 12 años por una respuesta efectiva del Estado en cuanto al restablecimiento de sus derechos vulnerados.
Esta acción se constituye en el primer pago hecho en el marco de la Ley de Justicia y Paz, cumpliendo con un fallo proferido por la Corte Suprema de Justicia sobre la masacre que fue cometida por paramilitares del ‘Bloque Héroes Montes de María’, de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Redacción Política | Elespectador.com

Expediente Uribe

documental publicado por el Canal telesur sobre los vínculos del ex-presidente de Colombia con paramilitares, crímenes de lesa hyumanidad cometidos por el Estado bajo su mandato, así como vínculos con políticos corruptos y otra serie de actuaciones en que incurrió el ex-mandatario:


para ver todas las partes de esta serie seguir estos enlaces:

Por todo el oro de Colombia

Documental del periodista francés Romeo Langlois, sobre el conflicto creado por la minería en Colombia :



para ver todas las partes seguir los siguientes enlaces:
parte 2: http://www.youtube.com/watch?v=gEFNV7AoSb8&feature=relmfu
parte 3: http://www.youtube.com/watch?v=VfnkLGn61LQ
parte 4: http://www.youtube.com/watch?v=_PAzo1UTx7M&feature=relmfu
parte 5:http://www.youtube.com/watch?v=u7GJmFIM3Tc
parte 6:http://www.youtube.com/watch?v=lJ3lc7o6N8g


Violencia institucional de la represa "El Quimbo" y el Gobierno Colombiano

El video que el gobierno colombiano no quiere que veamos:

Los falsos positivos según sus protagonistas

Este artículo publicado originalmente en el sitio web de La Silla Vacía, aporta declaraciones de los crímenes de estado cometidos por las fuerzas armadas de Colombia.

Solicitan apertura de investigación sobre Ejecuciones Extrajudiciales

Reforma a la justicia

Pueblo está orgulloso de su ejército popular: Langlois

Sesenta mil millones de pesos diarios gasta Colombia en el conflicto armado

sábado, 28 de abril de 2012

"Falsos positivos" de Soacha fueron torturados antes de ser asesinados

Un informe presentado por Medicina Legal evidenció los maltratos físicos a los jóvenes. En el marco del proceso que se adelanta contra siete militares por su presunta participación en la desaparición y asesinato de un grupo de jóvenes en el municipio de Soacha, Cundinamarca, que fueron presentados como guerrilleros abatidos en combate se reveló un informe en el que se demostraría que fueron torturados antes de su muerte. En su exposición el director de Medicina Legal, Carlos Eduardo Valdés precisó que los estudios hechos por la Procuraduría y la Fiscalía a los cuerpos de los jóvenes se evidenciaron serias muestras de tortura antes de recibir un tiro de gracia. "En la segunda necropsia que yo realicé, encontré traumas diferentes a los traumas que se habían encontrado por proyectil de arma de fuego", señaló el director de Medicina Legal. Los siete jóvenes desaparecieron de Soacha y fueron presentados como muertos en combate el 27 de enero de 2008 en la vereda Agua la Virgen de Ocaña en Norte de Santander. Por estos hechos ya fueron condenados seis militares por la muerte de Fair Leonardo Porras también de Soacha Cundinamarca. Tomado el 24 Abr 2012 de http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-341148-falsos-positivos-de-soacha-fueron-torturados-antes-de-ser-asesin

domingo, 8 de abril de 2012

Al menos 5.000 niños mueren de hambre al año en Colombia

diciembre 16 de 2011 - 12:22 am
http://www.portafolio.co/economia/al-menos-5000-ninos-mueren-hambre-al-ano-colombia

Entrevista de Yamid Saldaña a Catherine Buelvas, gerente de r. social de Alquería

Paradójicamente, en Colombia a las empresas le sale más caro donar alimentos que destruirlos.

Así lo dio a conocer la gerente de responsabilidad social de Alquería, Catherine Buelvas, al referirse a la estrategia que adelantan en la lucha contra el hambre con los bancos de alimentos del país.De acuerdo con la funcionaria, en Colombia hay 16 bancos de alimentos que han logrado beneficiar cerca de dos millones de personas durante lo corrido del año 2011.

Buelvas explicó cómo funcionan estos organismos y cómo pueden las personas colaborar con esta iniciativa.

Erradicar la pobreza extrema y el hambre en el mundo no sólo es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sino que también se ha convertido en una prioridad de las empresas del sector privado que, desde sus programas de responsabilidad social, trabajan para que los colombianos no sean víctimas de inseguridad alimentaria.

Actualmente, según datos de la agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 13.5 millones de colombianos sufren hambre, es decir, casi un 18 por ciento de la población, de los cuales, al menos 5.000 son menores de edad.

La preocupación se centra en que la inseguridad alimentaria no se presenta sólo en sectores vulnerables como el Chocó, sino que hoy en día este fenómeno afecta a muchos habitantes de sectores como Cazucá y el sur de Bogotá, donde hay familias que pueden pasar el día sin comer un solo alimento.

Sin embargo, los dos municipios con mayores índices de inseguridad alimentaria son Pachavita Betitiva, ambos ubicados en el departamento de Boyacá, donde no hay bancos de alimentos.

Catherine Buelvas, gerente de Responsabilidad Social de Alquería afirma que desde la empresa privada se pueden emprender iniciativas que se articulen con las políticas del estado y algunas ONG para combatir el hambre y la pobreza extrema en el país.

Desde 2008, el Estado colombiano tiene una Política de seguridad alimentaria bajo la que trabaja para combatir el hambre. Adicionalmente, diferentes ONG y empresas privadas se unen para donar conocimiento, productos que están próximos a vencerse y fuerza de trabajo en los 16 bancos de alimentos que existen en el país. Bancos como el que existe en Bogotá atienden 100 mil personas diariamente.


Colombia.- Más de 500.000 niños en Colombia sufren desnutrición crónica, según denuncia un estudio


Además del hambre, la violencia, el abandono y la pobreza son también algunos de los problemas a los que se enfrentan los niños en Colombia

BOGOTA, (EUROPA PRESS)

Más de 500.000 niños colombianos, el 13% de la población infantil que vive en este país de Sudamérica, sufren de desnutrición crónica según un estudio del Centro de Investigaciones de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Asimismo, según este informe, el 20% de los menores colombianos son pobres frente al 3% que nació en el seno de familias con alto poder adquisitivo. Con estos datos se dibuja la realidad de los niños colombianos, un sector de la población que sufre además como pocos la violencia del conflicto.

Según el estudio del Centro de Investigaciones de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, Boyacá (centro) y Nariño (sur) son los departamentos donde más menores sufren desnutrición, con un 20% frente al 15% de niños desnutridos que hay en Bogotá.

Presentado por el economista e investigador Alejandro Gaviria, el estudio indica que, entre 1995 y 2000, la desnutrición crónica asociada a la talla que tiene el menor según su edad, bajó del 30 al 12%. En los menores con edades cercanas a los 5 años ésta situación se estancó, lo que, en opinión de Gaviria, es "bastante preocupante".

Según Gaviria, los indicadores estarían mostrando que los hogares comunitarios del Bienestar Familiar, que atienden a cerca de un millón de niños, no están teniendo un impacto importante en la mejora de su situación.

VIOLENCIA CONTRA LOS MENORES

Además del hambre, la violencia, el abandono y la pobreza son también algunos de los problemas que afrontan los niños en Colombia. Precisamente el Gobierno de Bogotá entregó la semana pasada un informe sobre cifras de maltrato infantil que, a pesar de las denuncias de la ciudadanía, es un mal que va en aumento.

Según el estudio, en 2005 se presentaron unos 29.900 casos de maltrato infantil, lo cual supera delitos como el hurto, las lesiones personales y el secuestro en Colombia. "Ahora las madres de familia, los niños, las niñas, las comunidades están más sensibilizadas con lo que está ocurriendo al interior de las familias", afirmó la portavoz delegada de Derechos Humanos, Fabiola Márquez.

Márquez también dio a conocer cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), que indicaron que en el país, 4,84 millones de niños que viven en la pobreza, no cuentan con servicio de salud, educación y tampoco alimentación. "Hoy están siendo atendidos por el programa de Acción Social del Gobierno nacional y también por el Gobierno distrital, a través de la Alcaldía Mayor", afirmó Márquez.

Por último en el foro 'Por la niñez de Bogotá' se confirmó que, en lo que va de año, han llegado a la capital del país unos 3.000 niños desplazados por la violencia en Colombia, un país que en estos días, cuando falta menos de un mes para la celebración de las elecciones presidenciales --previstas para el 28 de mayo--, sufre una dura escalada de violencia contra la población civil.

En Medellín y Envigado asesinaron a cuatro niñas en hechos aislados. En Cartagena una mujer agredió a su hija, menor de edad, con arma blanca y le produjo serios daños en el rostro. En Bucaramanga, un bebé se salvó de morir abandonado por sus padres gracias a la acción de dos policías. Estos tan sólo son algunos de los casos recogidos esta semana por la prensa del país sudamericano.

Además, la Policía y la Fiscalía del Valle de Aburrá investigan el asesinato de cuatro niñas, dos de ellas por arma de fuego, otra por una supuesta caída accidental y la cuarta, un bebé envenenado por su padre, quien también se suicidó.

En el primer suceso, ocurrido en el Puente de la Calle San Juan, una menor de 12 años de edad murió al recibir uno de los disparos que dos individuos hicieron contra su padre durante un atraco. Los supuestos homicidas fueron capturados por la Policía.

En el norte de Medellín, también murió una joven de 15 años de edad al caer al vacío desde un puente peatonal cuando jugaba con una amiga en el marco de unos sucesos que también son investigados.

LOS ULTIMOS CASOS

Asimismo, un bebé de 14 meses murió en el Hospital Pablo Tobón Uribe, al parecer por envenenamiento. En el caso se investiga la presunta participación del padre, quien se suicidó con la misma sustancia con que habría sido envenenada la pequeña.

Mientras tanto en Envigado, se informó de la muerte de una estudiante de 15 años de edad por disparos indiscriminados hechos por los ocupantes de un coche particular. Además, las autoridades de Cartagena detuvieron a una mujer que agredió a su pequeña hija en un aparente caso de intolerancia, por haberla interrumpido en un juego de cartas.

La niña, de 21 meses, sufrió heridas con un cuchillo en varias partes de su rostro durante los dos ataques que le produjo su madre. El padre de la niña relató que la menor está siendo sometida a tratamientos desinflamatorios en el Hospital casa del Niño de Cartagena. La mujer se encuentra recluida en la cárcel Distrital de San Diego de Cartagena, donde se confirmó que está embarazada.

viernes, 6 de abril de 2012

Hay 61.604 desaparecidos en Colombia


Tema del dia |6 Abr 2012 - 10:11 pm

"Ellos a nadie le importan"

Por: Sebastián Jiménez Herrera
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Según los familiares de los desaparecidos, la sociedad no ha hecho otra cosa que ignorarlos y dejarlos solos, pero esperan que esto cambie.
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Fotos, es lo único que le queda a los familiares de desaparecidos. / Asfaddes

Para los familiares de los desaparecidos, la liberación de 10 uniformados les generó sentimientos encontrados. Sus familiares seguían sin regresar a casa, pero una oportunidad se abría para ellos, la de que la sociedad por fin mirara hacia los desaparecidos. Mientras los cuatro militares y seis policías volvían a sus hogares, la excongresista Piedad Córdoba aseguraba: “Ahora vamos por los desaparecidos”. Y un halo de esperanza se abría para los personajes invisibles de un drama de más de 30 años.
Los desaparecidos no han tenido su 4 de febrero, no ha habido millones de personas marchando por ellos, apenas cientos, los que sufren en carne propia esta tragedia. “La sociedad y el Estado nos han dado la espalda, nos han invisibilizado”, comenta Gloria Gómez, directora de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asfaddes). Ella recuerda que durante una de las primeras manifestaciones a las que asistió, una persona se le acercó y le dijo que por qué no cogía oficio, que por qué era tan loca.
Su lucha, que comenzó hace casi 30 años, después de la desaparición y asesinato de su hermano, Leonardo (ver recuadro), se ha caracterizado por una soledad aturdidora. A los familiares de los desaparecidos hasta sus amigos les han dado la espalda. “Una amiga me dijo alguna vez que me invitaba a una fiesta, pero que no hablara de mi hermana”, narra Yadira Cruz, hermana de crianza de Martha Lucila Montaño, desaparecida junto con su hijo Jefferson —que el próximo 14 de abril cumplirá 7 años— el 16 de diciembre de 2005 (ver recuadro).
La gente prefiere no escuchar sus historias, hacer como que ese drama no existe. Esto a pesar de que en Colombia hay 61.404 desaparecidos que no han regresado a sus casas, y que cualquiera de nosotros podría un día no volver. “La sociedad es parte de la impunidad”, asegura Gómez, quien agrega que los desaparecidos a nadie le importan y que se cuestiona ¿cuándo será la marcha por los desaparecidos, cuándo los recordaremos? Porque a ellos la sociedad los ha desaparecido a punta de olvido.
Robert Guáquez

“Él era una persona muy cómica. Cada que nos reunimos recordamos sus chistes”. Dora Armero, prima de Robert Hernán Guáquez, recuerda con amargura que en su lucha por saber qué le sucedió a Robert la han llamado vieja loca, le han dicho que coja oficio. “La sociedad no entiende. Si uno no se pone al frente de todo, si uno no va a todos los eventos, sencillamente nadie te va a ayudar”. Su primo desapareció el 27 de mayo de 2003. Se dirigía de Los Andes a Pasto (Nariño) cuando, según testigos, la guerrilla lo bajó del colectivo en el que se transportaba, se lo llevó y lo torturó. Además de esto, poco o nada se sabe de Robert, que nunca ha sido mencionado como ‘canjeable’ por la guerrilla. “Todo nuestro esfuerzo es para que él no muera, para que no lo olviden”, comenta Dora, y dice que si Robert vuelve a casa ya no encontrará a los abuelos que tanto lo querían.
Luz Stella Castañeda
Luz Stella Castañeda y su novio, Hugo Armando Moreno, desaparecieron el 19 de noviembre de 1986. Hugo fue encontrado muerto semanas después en Cáqueza (Cundinamarca). Su cuerpo estaba quemado y apenas lo reconocieron por un pedazo de piel del dedo que no se cayó. “Ese día su apartamento fue allanado por el F2”, asegura uno de los familiares de Luz Stella, aunque la participación de la Fuerza Pública en este crimen no ha sido comprobada. A su madre, Teresa Rojas, se le secaron los lagrimales después de 23 años de llorarla. Hoy requiere de medicamentos para controlar el dolor de recordar a su hija que aún no regresa.
Martha Lucila Montaño
A Martha Lucila Montaño no le gustaba salir con su hijo Jefferson a la calle. Había llegado a Bogotá proveniente del Casanare, huía de la violencia y a las amenazas de los paramilitares. El 16 de diciembre de 2005, contrario a lo que acostumbraba, Martha Lucila salió con su bebé —en ese entonces de 8 meses de edad— a visitar a unos amigos. Antes de llegar a donde ellos, llamó a sus familiares y les dijo que estaba en el Puente de San Carlos, en el sur de Bogotá. Eso fue lo último que se supo de ella. Desde entonces sus familiares la buscan y sus amigos, al contrario, la olvidan. A Yadira, su hermana, una amiga le dijo que era mejor que no se volvieran a ver, “porque si desaparecieron a su hermana, ¿qué tal hagan lo mismo con uno?”. Así es el grado de estigmatización que sufre la familia de Martha Lucila y Jefferson, a quienes siguen buscando.
Nydia Érika Bautista
En una misma semana, Janeth Bautista, sufrió la desaparición de dos de sus seres más queridos: su novio, Cristóbal Triana, el 28 de agosto de 1987, y su hermana, Nydia Érika Bautista, dos días después. Los dos eran militantes del M-19. Janeth dice: “Si merecían la cárcel pues que les dieran la cárcel, pero no tenían por qué desaparecerlos”. Nydia Érika apareció tres años después, asesinada. Por su muerte, la justicia destituyó al general (r) Álvaro Velandia, aunque el Consejo de Estado revocó esta decisión, que fue apelada y hoy está siendo estudiada. Si Nydia viviera, conocería a Antonia, su nieta, y vería a Erick, su hijo, consagrase como poeta.
William ‘el pitujito’ López Carrera
“Pitujito era muy cariñoso, amoroso y hablaba apenas lo necesario”. Flor Alba Carrera ha sufridos dos golpes en menos de 7 años: la desaparición de su hijo y la muerte de su marido. A pesar de esto sostiene, como puede, a sus tres hijos, y busca incansablemente a William, su ‘pitujito’. Desapareció en febrero de 2004 en Puerto Asís (Putumayo), y según las autoridades se lo llevó el frente 48 de las Farc, aunque esta organización guerrillera nunca lo ha reconocido. Desde ese día, Flor Alba lo espera, pero, dice: “Si está muerto yo voy por su restos a donde tenga que ir”, a pesar de que no cuenta con recursos suficientes y que nadie la ha ayudado. Conmovida, comenta que años atrás no era capaz de hablar de su hijo, pero: “Ahora sí, ahora hay una esperanza”. Durante 8 años, Flor Alba no ha dormido bien y está enferma. Lo único que desea es descansar.
Leonardo Gómez
Cuando dos de sus amigos desaparecieron, Leonardo Gómez, de 19 años de edad, salió a las calles a marchar contra el olvido y la impunidad, para que sus compañeros regresaran a casa; sin embargo, meses después, el desaparecido sería él: salió el 14 de noviembre de 1983 a comprar unos materiales escolares y no regresó, apareció muerto y con signos de tortura. Desde entonces, su hermana Gloria dio rienda suelta a una lucha cercana a cumplir 30 años, dirigiendo la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asfaddes), una organización que le ha abierto los brazos a un drama al que la sociedad le ha dado la espalda.
William López Pedraza
El infante de Marina William López Pedraza desapareció el 14 de febrero de 2011, después de un ataque del frente 48 de las Farc. El Estado lo dio como desaparecido y nunca se volvió a saber de él. “Ellos esperan a que pase el tiempo para poder declararlo como muerto y deshacerse del problema”, dice su padre, Elibardo López. La guerrilla nunca lo ha mencionado entre quienes están bajo su poder. “Era un muchacho divertido. A quien lo conocía le bastaban cinco minutos para cogerle cariño. Con su partida quedó un vacío gigantesco en la familia, sufrimos un giro de 180 grados. Todos nos hemos centrado en buscarlo y eso nos ha afectado. Yo me quedé sin trabajo, y lo poco que me entra es para recorrer el país a ver si algún día lo encuentro”.

Sebastián Jiménez Herrera | Elespectador.com

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Desaparecidos en Colombia

lunes, 19 de marzo de 2012

Guerra a la memoria: 2.863 sindicalistas asesinados en 25 años en Colombia

POR TRASLACOLADELARATA – 18/03/2012
PUBLICADO EN: VOCES


En el último cuatro de siglo en Pereira fueron asesinados 21 sindicalistas. Ocurrió entre 1986 y 2011. Como otras tantas víctimas de la violencia, estos hechos han quedado sepultados por el olvido, y la impunidad.

Por Carlos Victoria |

El PNUD, con el apoyo de ocho países, acaba de publicar un completo estudio sobre el asesinato, desaparición, tortura y secuestro de sindicalistas y trabajadores sindicalizados en Colombia. Sus conclusiones y recomendaciones son discutibles, lo importante es que en la lucha por la verdad y la reparación de los trabajadores colombianos ya no están solos. Y eso cuenta para efecto de lo que sugiere el estudio: la no repetición por persecución, estigmatización y victimización de la acción sindical en nuestro país.

Parecería una utopía pero es una apuesta a los que los demócratas no deben renunciar en un país donde las múltiples violencias, y en especial contra los sindicatos y los trabajadores ha sido una constante, como quiera que Colombia es el país donde la actividad sindical resulta la más peligrosa en el mundo. La violencia ejercida por agentes del Estado, y la ilegalidad en su conjunto contra el sindicalismo solo corrobora una constante a través de la historia: recurrir a la muerte como un mecanismo fácil para dirimir las diferencias (Jaramillo, 1995), en lugar de apelar a los procedimientos de la democracia moderna, en términos del debate, el pluralismo y los disensos entre el capital y el trabajo.

En teoría “el derecho puede servir de barrera para que estos hechos nunca se repitan” (Wills, 2011), sobre todo en Colombia donde aún el sindicalismo no es un eje de democracia, en la medida en que no hay voluntad ni coherencia entre lo que pregona el gobierno y los hechos. La historia del sindicalismo colombiano está escrita por la sangre de las víctimas. Según el estudio citado en los últimos veinticinco años, al menos 2.863 trabajadores fueron asesinados. Los maestros y maestras encabezan las estadísticas. Le siguen los trabajadores bananeros y petroleros. El fenómeno se recrudeció tras el fortalecimiento del paramilitarismos en los años noventa. Si bien desde 2003, la cifra de homicidio ha descendido, las amenazas y la violencia no letal no cesan: “la violencia, mas que marchar hacia su fin…ha experimentado transformaciones en los últimos años.”.

Aunque el propio gobierno reconoce que hizo poco para evitar lo que llama tragedia, a través del Vicepresidente Garzón subraya que el conflicto armado debe “acabarse a las buenas o a las malas”, desde dos condiciones contradictorias: “desarmar la palabra” y el “proceso de unidad nacional”. Desde su acostumbrada muletilla coloca a los actores en el mismo plano a través de la comunidad imaginada de “población trabajadora” y “población empresarial”, descafeinando las contradicciones propias de las relaciones de poder obrero-patronales, y en medio de un contexto normativo censurable a través de políticas de flexibilización laboral y tercerización de las modalidades de contratación inspiradas en la Ley 50 de 1990.

El prejuicio de que todo sindicalista es subversivo, idea propagada por funcionarios públicos, elites empresariales y medios de comunicación ha contribuido a generar un clima de hostilidad y hasta de legitimidad social frente a la violación de los derechos humanos. Lo que en otras sociedades no es otra cosa que una actividad tan legitima como otras tantas, en Colombia es sinónimo de negatividad y acumulación oportunista de derechos. Aún hay voces que señalan a los sindicatos del deterioro competitivo de las empresas, a la vez que responsables de la perdida de puntos del PIB. “La negatividad de la mirada sobre el sindicalismo que impregna todo el entorno, llega hasta los eventuales autores de los hechos violentos contra sindicalistas”, ante los jueces los autores materiales expresaron “la convicción de lo dañino que consideraban sindicatos y huelgas para la sociedad y el progreso”, dice el informe del Pnud.

¿Quién y por qué los matan? Estas preguntas guiaron la investigación dirigida por el profesor Carlos Miguel Ortiz. No es difícil hallar las respuestas. Desde el punto de vista conceptual en Colombia se ha evidente una modernidad sin modernización, y lo que es peor una idea de democracia que ha excluido los derechos humanos como uno de sus pilares fundamentales. La asimetría entre derecho y poder se ha zanjado desde la violencia, la exclusión y no propiamente desde el debate razonado. Hoy Colombia experimenta una de las más tasas más bajas de sindicalización como resultado de la criminalización y la estigmatización del derecho a la libre asociación. El miedo cunde. Los vacíos de información acerca de los autores es una constante: 2.232 casos están sin identificar, aunque los grupos paramilitares encabezan la lista.

…Empresas como Nestlé, Coca Cola y varias palmeras y cementeras han tenido que registrar numerosos homicidios contras trabajadores suyos afiliados a los sindicatos…

(Naciones Unidas, Colombia, 2012)

Sobre los móviles el estudio contrasta diferentes fuentes. Por ejemplo para la Comisión Colombiana de Juristas, de 269 sentencias condenatorias, el 40.52% el móvil del crimen fue la “calificación de la víctima como subversivo por ejercer la actividad sindical”, o “prejuicio insurgente”, como lo califica DeJusticia de la Universidad Nacional. El documento de Naciones Unidas, con el apoyo de países como E.U., Noruega, Suecia, España y Canadá, entre otros, señala que “será necesario emprender acciones que apunten a ir cambiando…el imaginario negativo y el estereotipo de estigma que se activa frente a la acción reivindicativa o de veeduría, de los sindicatos” en Colombia.

La nueva derecha que irrumpe en el concierto latinoamericano no quiere más sindicalistas asesinados. En el caso colombiano promulga el 0 asesinato de trabajadores sindicalizados. Angelino Garzón exsindicalista, candidato a ser el máximo jerarca de la OIT y vicepresidente lo ha dicho con toda claridad: “no más impunidad, no más asesinato de sindicalistas”. Sin embargo cualquiera podría decir que, como lo ordenó un Alcalde de un pueblo italiano, queda terminantemente prohibido morir. Las aristas y pliegues de contexto son diversas. Por ejemplo el asunto se globaliza tras la investigación abierta en Suiza por el asesinato de un sindicalista que laboraba para una multinacional de alimentos, o en los sonados casos del sindicato de Coca Cola, Cerrejón, etc., ni se diga.

Frente al informe “Reconocer el pasado: Construir el futuro”, con Todorov (2008) diría que es históricamente necesario una apropiación social y políticamente más radical de la memoria, porque de hecho hemos asistido a una guerra contra la memoria, en este caso de la víctimas del sindicalismo, desde diversas estrategias que alimentan el olvido. Lo que logran estos informes, auspiciados por las Naciones Unidas con el apoyo de la comunidad internacional, es SALVAR VIDAS HUMANAS, siendo tal vez uno de los resultados esperados en el inmediato. Ya hizo suficientes estragos humanitarios el modelo de “orden limpio”, lo que sigue no solo es la verdad y la reparación integral de las víctimas sino una auténtica apuesta por profundizar la democracia, sostenida en la plena vigencia de los derechos humanos. ¿Agentes del Estado, Patronos y contra estatales estarán dispuestos a sumarse?

lunes, 5 de marzo de 2012

Cada semana es asesinado un defensor de derechos humanos en Colombia

semana.com / Lunes 5 de marzo de 2012

Cada semana es asesinado un defensor de derechos humanos en Colombia
El informe que presentó en Suiza el programa ’Somos Defensores’ alerta sobre las 239 agresiones contra las personas encargadas de velar por los derechos humanos, que hubo en el país durante el 2011. Además recoge con indignación el asesinato de 49 de ellos

El programa no gubernamental de protección a los defensores de derechos humanos ’Somos Defensores’ presentó este lunes un documento en Ginebra, Suiza, sobre la situación de acoso que padecen los protectores de los derechos humanos en todo el país.

El documento, que también será entregado al Consejo de Naciones Unidas y a la Relatora Especial para Defensores de la ONU, contiene cifras alarmantes contra los encargados de proteger los derechos humanos, quienes sufren amenazas, agresiones y ataques mortales por parte de grupos paramilitares y guerrilleros principalmente.

’Somos Defensores’, conformado por la Asociación Minga, la Comisión Colombiana de Juristas y Benposta Nación de Muchachos, señala que la protección del Estado aún es incipiente muy a pesar de los avances normativos y que aún se encuentran varios claroscuros en esta materia.

Según el informe, el 2011 fue un año de contrastes. Por un lado, el gobierno colombiano generó una gran expectativa, especialmente en los sectores políticos, de derechos humanos y sociales, "por su tono de ponderación política, conciliador e incluyente".

Estas esperanzas se vieron reforzadas hacia el final del año debido a un nuevo y robusto paquete normativo, "que reorganizó la rama ejecutiva para responder al desafío de proteger integralmente a líderes sociales, defensoras, defensores, periodistas, sindicalistas, víctimas y demás poblaciones en riesgo", recoge el documento.

Sin embargo, y en contraste con estas "transformaciones institucionales positivas", la labor de defensa de derechos humanos "dio señales de ser más perseguida y agredida que en años anteriores, acompañada de una evidente tendencia a la denuncia de estos hechos de agresión por parte de líderes y defensores".

Dicha persecución resulta evidente a la luz de las cifras. Conforme al registro realizado por el sistema de información de esta organización, 239 individuos fueron víctimas de agresiones, al igual que 116 organizaciones sociales y de derechos humanos. Las agresiones individuales significaron un incremento del 36% en comparación con el 2010.

A esto se le suma que 49 defensores, defensoras, líderes y lideresas sociales fueron asesinados y seis más fueron desaparecidos. En promedio, cada 36 horas fue agredido un defensor y cada ocho días fue asesinado uno de ellos.

De ellos, los líderes indígenas, defensores de víctimas y quienes lideran los procesos de restitución de tierras fueron los más agredidos en el 2011.

Las cifras registradas por este organismo revelan que el grave incremento en las agresiones registradas en los últimos tres años supera el período de los seis años comprendido entre el 2002 y el 2008.

Este aumento, según el análisis del programa ’Somos Defensores’, puede ser atribuido a una mayor posibilidad de denuncia desde las organizaciones sociales, así como la consolidación paulatina de información que en años anteriores era muy difícil conseguir, debido a los altos niveles de violencia y temor de los defensores y líderes en las regiones a denunciar por temor a represalias.

En comparación con el 2010, ’Somos Defensores’ señala como casos de extrema preocupación el incremento de las amenazas de 109 a 140 casos, los asesinatos de 32 a 49, las detenciones arbitrarias de 11 a 23 y la reaparición de las desapariciones forzadas como una forma de agresión contra la labor de defensa de derechos humanos en Colombia con seis casos.

También se identificaron los departamentos más afectados por el asesinato de defensores. Antioquia fue el que más casos sufrió, con 17, seguido por Cauca, con nueve; Córdoba, con seis, y Putumayo, con tres. De los 49 asesinatos, el 86% correspondieron a hombres (42 casos) y el 14% a mujeres (siete casos).

La mayoría de los casos, 28, no son atribuibles a un grupo armado específico, mientras que a los paramilitares se les acusa de haber cometido 13 de estos asesinatos, a las FARC cinco y a la Fuerza Pública dos asesinatos.

Testigos del flagelo

El programa ’Somos Defensores’ también explica que varios organismos internacionales, como la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), El Centro de Justicia y Ley Internacional y Amnistía Internacional en Europa, entre otros, constataron que las amenazas, asesinatos y hostigamientos, continúan en Colombia contra quienes defienden los derechos humanos.

En el segundo semestre, y producto de la crítica situación evidenciada durante los primeros seis meses del 2011, una comisión internacional visitó Colombia en el mes de noviembre para constatar en terreno, las condiciones para el ejercicio de defensa de derechos humanos en ocho regiones del país.

Esta Misión Internacional de Verificación fue integrada por 40 defensores de 15 países, entre los cuales asistieron diputados, juristas y activistas con intención de hacer seguimiento al informe de la relatora especial sobre la situación de los defensores de derechos humanos de la ONU.

Como resultado de esta visita la misión concluyó en su informe preliminar las siguientes violaciones: los ataques contra los defensores permanecen en la impunidad; la protección que reciben los defensores no es adecuada; los señalamientos y estigmatizaciones siguen contra quienes defienden los derechos humanos, y hay evidencia de que la inteligencia estatal continúa siendo usada contra los defensores.

lunes, 27 de febrero de 2012

Escuchando al juez Garzón

Opinión |26 Feb 2012 - 11:00 pm

Por: María Elvira Bonilla

"El Tribunal Supremo puede apartar al juez Baltasar Garzón, pero a la justicia nada ni nadie podrá apartarle del juez Garzón. Nunca".

Con estas palabras la directora de cine Isabel Coixet recibió, en medio de ovaciones, la semana que pasó el Premio Goya al Mejor documental por su película Escuchando al juez Garzón. Un trabajo documental sobre el proceso judicial que condujo a inhabilitar al juez durante once años. La academia española fue la encargada de escoger a los ganadores y esta vez interpretó un sentimiento que ronda a muchos españoles que consideran la decisión desproporcionada e injusta, producto de los cientos de causas que ha asumido el juez afectando intereses y poderes. La entrevista, que es el hilo conductor del documental ganador, se convirtió en un libro titulado La fuerza de la razón, en el que queda clara la visión que tiene Garzón de la justicia y su compromiso de lucha impenitente por el derecho de defensa que tienen las víctimas, que son usualmente los más débiles, sin importar fronteras.
Por esto se atrevió a remover el pasado de la historia de la Guerra Civil. Mucho se ha sabido, gracias a él, del horror de lo allí ocurrido y que el franquismo, y buena parte de la sociedad española, ha querido enterrar en el olvido. En alguna de esas tumbas anónimas yace el poeta Federico García Lorca junto a cientos de intelectuales que terminaron en el cadalso o muriendo en el exilio como Antonio Machado o Miguel Hernández, víctimas del fanatismo político y la ciega persecución de ideas e ideales. Allí están los restos de las 1.654 que cayeron en el bombardeo a Guernica, la tercera parte de los habitantes del pueblito vasco, que inspiró e inmortalizó Picasso en su imponente tríptico bicolor.
“Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis”, advirtió Miguel de Unamuno, cuando era sacado a empellones por el general Millán Astray de la rectoría de la Universidad de Salamanca, al tiempo que el general Francisco Franco estimulaba esa fuerza bruta con sus rabiosas diatribas: “Si es necesario, mandaré a fusilar a media España”. Tres años de guerra civil que dejaron 1 millón de muertos, 500.000 exiliados, 2 millones de presos y 113.000 desaparecidos, hechos que Franco creyó poder borrar con sus 35 años de dictadura. Pero no. El juez Garzón aceptó averiguar la suerte, 70 años después, de siete de esas víctimas que nunca aparecieron. La ira franquista prometió vengarse y decapitar profesionalmente al juez. Silenciarlo.
Cuando de investigar la corrupción se trataba, Garzón tampoco tuvo barreras. Una corrupción que ha dejado sus huellas en la actual crisis que azota a España. Y ese ejercicio topó con los grandes poderes. “La corrupción es la peor amenaza para la democracia”, ha dicho. Actuó en consecuencia y se la cobraron desde las distintas orillas políticas. Garzón está tranquilo después del férreo castigo, preparado para apelar la sentencia ante tribunales internacionales. Repetiría las decisiones que tomó, con la tranquilidad de quien actúa con convicción. La misma convicción que lo tiene en Colombia sumándose al proceso de verdad, justicia y reparación a las víctimas que ha dejado el conflicto desde 1985, como lo estableció la recientemente aprobada ley. Convicción que lo dejará en el país, aunque al procurador Alejandro Ordóñez, quien se siente revestido de un poder omnímodo de una supuesta autoridad moral, cual moderno inquisidor, no le guste.

tomado de http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-328879-escuchando-al-juez-garzon

martes, 17 de enero de 2012

Prueba de fuerza

Alfredo Molano Bravo
El Espectador


Los Urabeños, una de las organizaciones que comenzaron a ser llamadas con el eufemístico nombre de bandas criminales, han mostrado la fuerza que tienen en seis departamentos —Antioquia, Chocó, Magdalena, Córdoba, Cesar y Sucre—, zonas donde el paramilitarismo no sólo no ha dejado de ser fuerte, sino que, por el contrario, se está removilizando.

El narcotráfico, el contrabando y el sicarismo siguen siendo sus fuentes logísticas, pero es posible que, hoy por hoy, la extorsión sea la más jugosa de sus actividades. Se sabía que en Bello, todo negocio, grande o pequeño, paga vacuna o cuota de seguridad a uno o a otro combo. En Ciénaga, Magdalena, sucede lo mismo. En Istmina, en Montelíbano, en Tumaco, ibídem. Se ha creado una gran red de extorsión que, no dudo en pensar, es nacional o está a punto de serlo. Se ha ido creando a la sombra de la desmovilización del paramilitarismo. Las Auc cobraban rigurosamente aportes o colaboraciones o cuotas para sostener sus organizaciones. Al principio, ganaderos, comerciantes, transportadores los pagaban con gusto, porque a cambio recibían protección para sus negocios, lo que implicaba sacar la guerrilla —que también extorsionaba, y extorsiona— a punta de masacres o de asesinatos ejemplarizantes, imponer salarios bajos y liquidar protestas laborales. Y claro, hacer limpiezas sociales. Los paras tenían bases de datos de toda la gente pudiente.

Con el tiempo, los colaboradores se fueron cansando o quebrando. Coincide este momento con la desmovilización: es más barato, dijeron, pagar los impuestos que las cuotas. Pero ya era tarde. Los combos desmovilizados, cada uno por su lado, continuaron cobrando aportes, respaldados por las muchas armas que nunca entregaron y por la fama que cada paraco tenía en la zona. Ya no necesitaban uniformes, ni brazaletes ni armas largas. Más aún, en muchas partes, los colaboradores tenían —y tienen— que pagar a varios combos al tiempo, porque no hay unidad de mando. En cada región mandan al tiempo Urabeños, Paisas, Rastrojos, y todos reciben.

La gran diferencia con el tiempo de las Auc es que ahora se popularizó la extorsión. En Ciénaga, por ejemplo, paga cuota desde el que vende minutos hasta las grandes empresas bananeras o mineras. Pero sucede en todo el departamento de Magdalena. Y en toda La Guajira. Lo conozco y lo vi en el sur de Córdoba y presumo que hacia el norte, igual. En Urabá y en las zonas mineras del Pacífico la situación es la misma. La extorsión domina y por esta vía controlan la población. ¿De qué vivían Cuchillo y Caracho en Meta y Vichada? A medida que el narcotráfico se concentra y monopoliza en carteles medianos y grandes, la extorsión se democratiza, se amplía —digamos— la base tributaria paralela. Con seguridad, en muchas zonas rurales se paga más en extorsión que en impuesto predial.

La organización que se requiere para la extorsión es, por supuesto, militar: los combos andan armados y asesinan colaboradores o aportantes que se atrasan en sus obligaciones o que se niegan a adquirirlas. Pero voy más allá: ¿Cómo es posible que siendo un fenómeno tan generalizado, tan gravoso para los extorsionados, las autoridades no se den cuenta? ¿O se dan cuenta y cobran su parte? No digo todas; tampoco que sea un comportamiento institucional, pero la dimensión del negocio impone esta explicación. Alejandro Arias, un juicioso periodista samario, escribe: A la policía nadie le cree porque “se ha dedicado a jugar a la política y ha mentido en los aspectos relevantes de la seguridad ciudadana. No hay muerto que no esté justificado en sus comunicados de prensa: lo mataron porque era abogado, era periodista, era mendigo, era desmovilizado, era cualquier cosa por la que se justifica lo hayan asesinado; sí, y por cuenta de ello la sociedad debería estar tranquila”. Hay que mirar con cuidado.

La muerte de Giovanni —Juan de Dios Úsuga— dio pie a una demostración de fuerza que tiene un mensaje: Déjennos trabajar. ¿Cómo podrían los Urabeños y asociados paralizar seis departamentos si no tuvieran una gran red de negocios respaldada por un eficaz poder armado?

La entrevista de Piedad Cordoba que enfureció al presidente colombiano Juan Manuel Santos

Presidente de El Salvador pide perdón por masacre del Ejército

1.000 campesinos fueron asesinados por el Ejército en 1981. Funes lloró durante el acto.

Fue la peor matanza de civiles en la guerra civil, al conmemorar los 20 años de la firma de los acuerdos de paz.

"Por esa masacre, por las aberrantes violaciones de los derechos humanos y por los abusos perpetrados, en nombre del Estado salvadoreño pido perdón a las familias de las víctimas", exclamó el presidente Mauricio Funes, entre lágrimas, en un acto en la plaza del humilde caserío de El Mozote.

"Pido perdón a las madres, padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas que no saben hasta el día de hoy el paradero de sus seres queridos. Pido perdón al pueblo salvadoreño que fue víctima de este tipo de violencia atroz e inaceptable", expresó el gobernante ante familiares de las víctimas.

Con el emotivo acto simbólico, que guardó un minuto de silencio, el mandatario presidió la conmemoración del 20 aniversario de la firma de los acuerdos que el 16 de enero de 1992 pusieron fin a una cruenta guerra civil que desangró a El Salvador por 12 años y dejó 75.000 muertos.

"Estoy aquí (...) para reconocer la verdad y profundizar el camino de la justicia y la paz. (...) Hace poco más de 30 años se consumó una desmesura criminal que se pretendió negar y ocultar sistemáticamente", dijo Funes, quien en 2009 llegó al poder con el ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

La matanza, en la que murieron 460 niños, fue perpetrada entre el 11 y 13 de diciembre de 1981 por tropas del ahora proscrito Batallón Atlacatl del Ejército, que acusaron a los pobladores de colaborar con la guerrilla izquierdista.

"A 30 años de este horror sigue la impunidad. ¿Por qué lo hicieron? ¿Cuál fue el daño que habían hecho (los pobladores)? ¿Dónde está la justicia? ¿Por qué los niños en lugar de recibir juguetes recibieron balas? íEl Mozote nunca más!", manifestó Dorila Márquez, en un discurso en representación de las familias.

Crímenes de lesa humanidad quedaron impunes por una amnistía aprobada en 1993 en el marco de los acuerdos de paz, a pedido del gobierno, por lo que la Oficina de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos -con sede en San José-, que este año debe llamar a audiencias.

"Queda largo camino por recorrer, las heridas siguen abiertas. La receta simplista del perdón y olvido no funcionó", dijo el presidente del Congreso, Sigfrido Reyes, en una sesión solemne por el 20 aniversario de los acuerdos.

La Comisión de La Verdad, creada por las Naciones Unidas (ONU), responsabilizó de la masacre a varios militares, algunos de los cuales murieron durante la guerra.

Funes dijo haber instruido a la Fuerza Armada para que revise "su interpretación de la historia a la luz" del reconocimiento histórico de este lunes, y abogó por el fortalecimiento del rol profesional y despolitizado de la institución.

"Vengo a asumir ante el pueblo salvadoreño y ante el mundo la responsabilidad que mis antecesores no quisieron o no se animaron a asumir y con esa actitud negaron la justicia a quienes aún lloran a sus muertos", expresó.

Durante el acto en el Congreso, Cristiani, que firmó la paz con el FMLN, destacó que "la guerra no debe ser motivo de orgullo, no hubo ni vencedores ni vencidos". "Las partes fueron capaces de reunirse y dialogar, ese es el legado", agregó.

A un costado del monumento erigido en memoria de las víctimas, Funes dijo que su gesto "no pretende borrar el dolor", pero es un acto de "dignificación de las víctimas", y "expresión" del compromiso oficial de resarcir a los familiares "moral y materialmente".

El presidente, primero de izquierda en la historia de El Salvador, explicó que su gobierno invertirá 6,4 millones de dólares, para crear un puesto de salud, programas de desarrollo productivo, un asilo de ancianos y el asfaltado de carreteras de acceso a la zona.

El Mozote, El Salvador (AFP)


Por: AFP | 11:11 p.m. | 16 de Enero del 2012

sábado, 14 de enero de 2012

Carta a Medófilo Medina de Timoleón Jiménez

Timoleón Jimenez / Viernes 13 de enero de 2012
de Timoleón Jimenez

Comandante de las FARC - EP
+ en Colombia
• 37 sindicalistas asesinados en Colombia durante el 2009

Doctor:

Medófilo Medina

Bogotá.

Apreciado Profesor:

Con mi saludo quisiera hacerlo partícipe de la voluntad varias veces expresada por el Camarada Alfonso Cano de dar respuesta a su carta abierta. Es obvio que las circunstancias que lo asediaban hicieron imposible la materialización de su propósito.

Si me lo permite, muerto el Comandante en combate, intentaré sin pretensión satisfacer en parte sus inquietudes, salvando el hecho de que usted le haya escrito a él en consideración a la relación personal y política que sostuvieron en un ya lejano pasado. A veces me asalta el pensamiento de que quería usted entablar más un intercambio con el antiguo camarada que con las FARC.

Es que no es fácil relacionarse en las condiciones actuales del país con nosotros. Existe un prisma mediático establecido, que ubica de inmediato en la picota a quien ose asumir una visión distinta a la pregonada por el poder. Eso del pensamiento único es mucho más que una consigna. Adopta consecuencias letales, trascurre por el ostracismo y el olvido, la estigmatización, el fin definitivo del empleo, la intimidación, la ruina, la cárcel, hasta llegar incluso a una muerte anodina.

Su valentía merece reconocimiento. Como académico de criterio independiente, se arriesga a pasar de la efímera gloria concedida por sus francos cuestionamientos, a la irredimible condena por haberse prestado a servirnos de incauto instrumento. Todo dependerá de lo que los depredadores de oficio puedan obtener una vez se lancen hambrientos sobre nuestras consideraciones. Es eso en realidad lo único que les interesa, un flanco nuevo por el cual intentar desangrarnos.

El por qué de la guerra

El primer subtítulo de su carta dice: Los colombianos necesitamos entender el por qué de la guerra, lo cual nos confirma que usted no se encuentra solo y que un importante sector del pensamiento social espera sin prevenciones lo que podamos decir. El movimiento que se firma Colombianas y Colombianos por la Paz parece haberlos decepcionado un tanto, en atención a que en su parecer terminó absorbido por las urgencias emanadas del intercambio humanitario.

Quizás no resulte conveniente la generación de ese tipo de distancias. Tal vez lo que en el camino la senadora Piedad Córdoba y otras personalidades han comprendido, es que resulta más fructífero para la paz de Colombia asumir tareas prácticas y concretas por la vida y la libertad de sus compatriotas, que enfrascarse en sesudos intercambios epistolares que generen un mar de especulaciones. Son puntos de vista, no necesariamente contradictorios, y que bien podrían marchar de la mano en una misma dirección. Es cuestión de sumar antes que dividir.

Pero expone usted en su apoyo argumentos que son respetables. El debate abierto y público de opiniones en torno a la inevitabilidad de la guerra y las posibilidades de la paz es urgente. Creemos que él envuelve una discusión amplia sobre las realidades económicas, sociales, políticas, culturales y hasta ambientales del momento contemporáneo mundial, latinoamericano y nacional. Nunca le hemos temido a eso, por el contrario, nuestro alzamiento en armas obedece a que siempre se nos han cerrado las puertas para tomar parte en él.

Usted no lo sabe, tal vez porque el tipo de vida que le implica su vocación por la investigación social y la enseñanza es muy diferente al nuestro. Pero eso que llama dificultades políticas y técnicas o los avatares de la guerra que podrían dificultar un intercambio fluido, significan en realidad que las veinticuatro horas del día hay sobrevuelos sobre nosotros ubicando la mínima señal eléctrica, de radio, teléfono o internet para molernos a bombas. Sin hacerle mención de las enormes operaciones terrestres que buscan exterminarnos.

Es una verdadera hazaña lograr hoy día comunicarnos con el resto del mundo. No solemos hablar de esto pues automáticamente nos exponemos a la furiosa jauría, siempre presta a escarnecernos por pretender aparecer como inocentes víctimas. Tal vez ustedes logren valorar la importancia de que nuestros adversarios otorguen garantías efectivas para nuestro ejercicio político. Valdría la pena que en aras de la paz intentaran también hacer conciencia en ellos al respecto. Pero no creemos que sus misivas en ese sentido cuenten con la difusión de las que nos dirigen.

Muy probablemente los tratarían de algo muy semejante a ingenuos útiles. Precisamente este conflicto es un debate armado en el que una de las partes, representada por el Estado, emplea todo género de recursos con el propósito de impedir la expresión del pensamiento de la otra. En el medio han estado siempre los que inclinados hacia nuestras posiciones terminan siendo víctimas de la persecución, así como quienes en aras de su tranquilidad han asumido que de lo que se trata es de decir cosas que halaguen a los poderosos, recurriendo por pulcritud al ingenio.

Qué bien le haría a la democracia y la paz que su carta contribuyera a abrir una brecha por la que el ciudadano corriente pudiera conocer la argumentación de las FARC y sopesar nuestra visión actual del país y nuestra propuesta hacia el futuro. La generalidad de su exposición parece apostar a la idea de que conseguirlo es un asunto sencillo, ligado fundamentalmente a una cuestión de voluntad personal. Así se desprende incluso de su ilación histórica, de acuerdo con la cual haber surgido fue justo, pero en cambio persistir hoy es infundado.

La democracia colombiana

Usted debe conocer que al interior del universo de los medios de comunicación circulan diccionarios para uso de redactores y presentadores. En ellos se define de modo categórico el listado de los términos que pueden ser usados y el sentido imperativo en el que deben emplearse. Imperialismo y oligarquía son, por ejemplo, palabras en absoluto desuso, que deben ser puestas en su adecuado lugar de ridiculeces cuando algún trasnochado vocero de extremistas las traiga a cuento. Existe un solo léxico admitido, y con el lenguaje unas únicas realidades permitidas.

Según estas, el sistema multipartidista y de elecciones periódicas promovido desde la Casa Blanca, es el máximo ideal democrático alcanzado por la humanidad. En nombre de él pueden invadirse y bombardearse países y pueblos enteros, desestabilizar gobiernos no afectos, o imponer por la fuerza autoridades transitorias o definitivas. Siempre con el sano y loable propósito de dar paso a las economías de mercado, a la millonaria inversión extranjera, a la exacción descarada de recursos naturales, al enriquecimiento apresurado de una élite privilegiada.

Nuestro modo de ver las cosas es distinto. Se parece más al del asesinado Presidente Lincoln. Gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo. Sobra decir que el régimen colombiano se ajusta más a las previsiones difundidas por el Washington de Bush y Obama. Se humilla ante ellas. Nosotros creemos que no son coincidentes los intereses de las clases privilegiadas con los de los millones de destinatarios de sus políticas. Creemos que los de abajo tienen su propia visión de las cosas y nos identificamos con ella. Promovemos entonces un régimen político distinto. Que parta de una premisa fundamental, la independencia y la soberanía nacionales. En Colombia debe gobernar un partido o movimiento que se preocupe antes que nada por la suerte de sus habitantes, por elevar el nivel de vida de los más desfavorecidos. Para hacer realidad eso, tal vez sea necesario chocar con los intereses de diversos monopolios económicos de aquí y el exterior. Pero las decisiones políticas fundamentales, y todas las demás, deben apuntar a satisfacer el interés de la mayoría de los colombianos.

Porque la política como tal, en este país y en la mayoría de las economías de mercado, ha perdido por completo su esencia. No se llega al poder para cumplir un determinado programa. Se llega para ejecutar las directrices emanadas de los grandes poderes internacionales. Las economías y los planes de desarrollo nacionales y locales están condenados a cumplir con el libreto del FMI, el Banco Mundial y la OMC, entre otras instituciones. Cada país y provincia tienen ya su destino fijado en una cumbre previa. Ningún gobierno puede salirse del guión establecido.

Si alguno lo pretendiere, será inmediatamente tachado de antidemocrático y quedará expuesto a peligrosas sanciones. Definitivamente eso no puede ser admitido en verdad como democracia. El ejemplo más a mano lo tenemos en Colombia. En la más reciente campaña presidencial los candidatos que quisieron contar con una mínima posibilidad de victoria, estuvieron obligados a declarar en sus propios estilos que continuarían con la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social. Esa era la única línea que se consideraba como democrática.

Ninguna otra posibilidad contaba con la más mínima esperanza. Si recuerda usted las últimas elecciones regionales y locales, el tan promocionado ex guerrillero que terminó elegido a la alcaldía de Bogotá, tuvo que romper con el movimiento de izquierda del que hacía parte, declarar sin pudor su disposición a vincularse al proyecto de Unidad Nacional del Presidente y hasta identificarse con el cadáver político de Álvaro Gómez. Sólo con tan denigrante muestra de sujeción a los dictados del gran capital podía contar con su aquiescencia y por tanto terminar electo.

Como producto de eso, y no creo que usted se niegue a reconocerlo, el ejercicio de la política en los marcos institucionales de hoy, está vaciado por completo de contenido ideológico. Es que hasta la noción de ideología fue proscrita. Las campañas electorales se reducen a estrategias de marketing en las que cuentan son los capitales invertidos en la orgía publicitaria. Capitales que tendrán que rendir sus beneficios desde las administraciones elegidas. Aspiraciones personalistas ligadas a los más bajos propósitos y encubiertas por floridos discursos que no dicen nada.

Ante tamaña realidad, los de abajo, el pueblo raso del que los usos corrientes prohíben hablar, no cuenta con posibilidad legal de expresar sus intereses. Se lo pretende arrastrar dentro de partidos y grupos nepotistas y corruptos, que sólo le producirán enormes decepciones. Por eso, para hacer valer sus derechos, la gente no tiene no tiene más alternativa que apelar a las calles, a las carreteras, a los paros y asonadas para lograr ser atendida. Es ese estrecho marco, reforzado por la violencia represiva y criminal del Estado, el que explica la resistencia popular a la represión, y la existencia y persistencia del alzamiento armado en Colombia.

Al tiempo que imprime forma objetiva al contenido de una solución política. Esta no puede entenderse sino como un replanteamiento del orden existente. No se trata de que guerrilleros arrepentidos y previamente desacreditados en extremo, entreguen las armas, se sometan al escarnio mediático y jurídico, para luego, con la espada pendiendo de un hilo sobre sus cabezas, ingresar al mercado de la política partidista a fin de hacer coro a las mentiras oficiales. De lo que se trata es de reconstruir las reglas de la democracia para que se debatan ideas y programas en igualdad de oportunidades. Sin el riesgo de ser asesinados al llegar a casa. O desaparecidos y torturados por una misteriosa mano negra que ya se anuncia que existe, como aquellas fuerzas oscuras que exterminaron a la Unión Patriótica bajo la mirada impasible de la clase política colombiana. Es justo que se abra un debate público y libre sobre estos asuntos, que se pueda hablar de estos temas sin ser arrollados de inmediato por los monopolios informativos concertados. Porque hasta de eso se trata en una solución política, de cómo poner freno a la intolerancia del unanimismo mediático.

Un escepticismo fundado en la experiencia

Profesor, créame cuando le digo que admiro su coraje. Es imprescindible en cualquier sociedad la actividad de la gente que adversa con altura. Tal vez no estemos de acuerdo con todo lo que plantea, pero reconocemos su honestidad y nos inspira respeto. Verá, nuestro análisis de la sociedad colombiana no puede restringirse al examen de las individualidades. Usted mejor que nadie sabe que un enfoque científico, implica el reconocimiento de que los intereses de las clases inmersas en el proceso histórico, tienen mayor relevancia que la actuación de los personajes.

Varios de nuestros contradictores, desde espectros distintos, critican lo que llaman nuestra ceguera ante las positivas señales planteadas por Santos desde su llegada misma al gobierno. Que su reconciliación con Chávez y Correa, que su concertación con las cortes, que haber incorporado a Angelino, que sus guiños a la oposición, que su disposición a los derechos humanos, que su ley de víctimas y de restitución de tierras, que su voluntad de paz. Se empeñan en convencernos de que sumarse a Santos refuerza la lucha contra la extrema derecha fascista que representa Uribe, y enrumba el país por la senda de las reformas democráticas. Están confundidos cuando menos.

Santos no se distanció un milímetro de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales que patrocinó la confianza inversionista de Uribe. Lo que nos muestran sus locomotoras es la extrema radicalización de las prácticas neoliberales, la aceleración incontrolada de la deuda externa, la más desvergonzada entrega de nuestras riquezas naturales, el arrasamiento ambiental en beneficio de los monopolios, la prelación por la agroindustria exportadora en perjuicio de la economía campesina. Las distancias políticas que separan a Uribe de Santos no son muy distintas a las que separan a Bush de Obama o a Mariano Rajoy de Zapatero.

Todo eso a la par con la profundización de la guerra, los bombardeos y la multiplicación de operaciones militares en las zonas agrarias, las capturas masivas silenciadas por la prensa en distintas regiones del país, el asesinato de dirigentes sindicales y populares, particularmente de reclamantes de tierras, su ley de seguridad contra la protesta ciudadana, sus programas de multiplicación carcelaria, etcétera. Su proyecto de reforma a la justicia resultó chocando de frente con las cortes y en cambio resucitó la justicia penal militar para reforzar aún más la impunidad.

Y ya sabemos cómo, sólo mediante una gigantesca movilización estudiantil, se logró frenar su proyecto de privatización de la educación universitaria. Quizás lo que está influyendo a distintas oenegés para salir en su defensa, son la fronda burocrática y los acuerdos de asesoría y asistencia, es decir los contratos implicados en la reglamentación de la ley de víctimas y restitución de tierras, para los cuales se hace ostentación de multimillonarios presupuestos que, seguramente, inspiran los buenos sentimientos de muchos sectores. Por la plata baila el perro dice el viejo refrán colombiano, del cual nos sentimos sincera y radicalmente distanciados.

Usted insiste en que expresemos una opinión ampliada sobre esta ley. Para ser sincero, las expectativas que nos despierta se parecen mucho a las que nos inspiró la aprobación de la ley de justicia y paz con la que se pretendió embrollar el problema paramilitar y reparar en primera instancia a las víctimas. Astutas maniobras para neutralizar la opinión internacional y cooptar opositores. Sus posteriores desarrollos, ampliamente conocidos, hablan por sí solos de sus falsas bondades. Los mismos personajes que asumieron la Comisión de Reparación vuelven a aparecer encabezando esta nueva aventura, lo cual resulta de por sí bastante diciente.

Sectores serios de la izquierda, en diversas publicaciones, han señalado ya repetidamente sus reparos, a los cuales sin dudar nos sumamos. Sería muy largo explayarnos aquí. Pero no sobra advertir que son los intereses de las multinacionales y grandes capitales locales, los que exigen una normalización o legalización de las tierras en las que adelantan o piensan adelantar sus proyectos de inversión agroindustrial. La urgencia de reglas claras apunta a preferir el derecho de terceros ocupantes de buena fe, con los que los modestos despojados tendrán que pactar sus cuotas de participación, perdiendo para siempre la posesión de su tierra y su proyecto de vida.

El derecho de las víctimas a retornar a su lugar de origen o reubicarse en otro, se consagra sujeto extrañamente a los marcos de la política de seguridad nacional, lo cual debía resultarles preocupante. Llama la atención que la exclusión del derecho a las víctimas del despojo anteriores a 1991, deja por fuera de plano a los campesinos desterrados en el Magdalena Medio durante la embestida paramilitar de los ochenta. Curiosamente esa región comprende las mejores tierras del país para el cultivo de la palma. Y una mención de Perogrullo, una cosa son los términos judiciales previstos en la ley y otra los reales que consumen los largos contenciosos ante los jueces. Con relación a los sectores extremistas del latifundio, el paramilitarismo y mismo empresariado que se oponen a la aplicación de tal ley, cabe tener presente que si no representan una mayoría significativa en el entorno de los intereses involucrados en la normalización del derecho de propiedad, terminarán aislados. No podrán impedir la realización de los urgentes requerimientos del gran capital. Será éste el encargado de delimitar con el tiempo el verdadero alcance de la norma, y no serán los derechos de los desplazados los que terminarán imponiéndose. A menos que ocurra un cambio radical en este país, el cual no va a provenir, estamos seguros, del que algunos juzgan buen corazón de Santos.

Si por desgracia, fueran esos sectores radicales los que cuentan con el mayor peso, nuestro país va a verse abocado a una nueva y terrible ola criminal de masacres, asesinatos y destierros, los cuales solo vendrían a demostrar que Santos no fue más que la vana ilusión de algunos, en el sentido de representar sectores sociales distintos a las mafias y el lumpen que defendió su antecesor. Resulta así sospechosa la proclamada intención gubernamental de profundizar la guerra total contra nosotros antes que contra aquellos. Mal puede salirse a proclamar la necesidad de respaldar al actual gobierno. Antes bien, creemos que adquiere una urgencia acuciante denunciar sus demagógicas promesas y sobre todo su actuación completamente contraria a ellas.

Un poco de historia

La extensión de los temas implicados en su carta riñe con las circunstancias y el tiempo que nos permite la confrontación. El rigor académico exigiría en realidad que los argumentos en los que cifra usted ciertas afirmaciones acerca del pasado histórico, fueran expuestos con mayor lógica y amplitud, para poder sopesarlos en su justo valor. De alguna manera la naturaleza de su escrito lo impide, lo cual puede terminar por conducirnos a un vano enfrentamiento de supuestos inadecuadamente fundamentados. Sin embargo, me permito señalar algunos hechos que creo podrían enriquecer aun más sus apreciaciones.

Sin desmedro de la importancia que merece el estudio del paro cívico nacional de 1977, creo que el referente básico para la comprensión de los desarrollos posteriores de la historia colombiana no deja de ser el 9 de abril de 1948. De allí surgió la certeza de que cualquier alternativa política democrática, progresista, antiimperialista y popular estaba sentenciada a muerte por los sectores económicos y políticos dominantes en nuestro país. La convicción de que un levantamiento general de las multitudes inconformes estaba condenado al fracaso si no contaba con una dirección seria, madura, experimentada y consecuente. La legitimación del derecho del pueblo a alzarse en armas cuando la violencia oficial y privada se ensañara contra él.

También la inolvidable lección de que por más contradicciones que puedan existir al interior de las clases dominantes del país, estas terminan por unirse en un frente único y brutal cuando quiera que juzgan que el populacho se creció envalentonado a reclamar sus derechos. La pusilánime y ofídica actitud de la dirección liberal reunida con Ospina Pérez en palacio, ocupará siempre la memoria popular cuando se trate de graficar la traición contra toda una nación enardecida. Pero por sobre todo un aspecto de la historia nacional que usted apenas referencia para de alguna manera ponerlo en contra nuestra, la perversa intervención de los Estados Unidos.

Casi a la manera de un faro gigantesco que con su haz de luz rompe las tinieblas para conducir a buen puerto una embarcación en medio de la noche oscura, la correcta interpretación del papel desempeñado por la IX Conferencia Panamericana en el asesinato de Gaitán, y el señalamiento posterior contra el Partido Comunista como autor de ese hecho, ponen de manifiesto el trágico destino de nuestro país bajo la égida de la Doctrina de Seguridad Nacional adoptada tras la segunda guerra mundial por el Estado norteamericano. La teoría del enemigo interno que se encargarían de inculcar a todas las fuerzas armadas del continente dejaría una huella infame. Son demasiadas cosas juntas como para menospreciar la trascendencia del acontecimiento. Es claro que con él se prefigura la suerte actual de Colombia. Hasta en algunos detalles sorprendentes, como que el primer designado a la Presidencia llevaba el apellido Santos. La misma sangre azul de los que pasan y vuelven a dirigir el país. Había también un Lleras, del mismo pedigrí del ministro del interior actual. Y así, de prisa, valdría la pena recordar que el afán del fanático falangista Laureano por una salida militar a la crisis, terminó por servir a Ospina para convencer a al liberalismo de la conveniencia de una arreglo amigable.

Un nuevo episodio de la rivalidad entre esas dos familias conservadoras tuvo lugar durante el paro del 14 de septiembre. El llamado ospino-pastranismo, resentido contra la tenaza Álvaro-Lopista que lo excluía de la burocracia, optó por sumarse a la convocatoria de paro, aupando a la UTC a salir a la calle a sumarse a los 3 millones de arrepentidos que habían votado en el 74 por Alfonso López. Era su pequeño desquite por el 9 de abril. Cuando la protesta social se desbordó incontenible, los godos echaron atrás, interesados apenas como estaban en puestos y contratos. Son antecedentes que se olvidan a la hora de estimar la sinceridad de la voluntad de paz de Andrés Pastrana, hijo de Misael, cuando decidió jugarse un diálogo en el Caguán.

Eso de la intervención norteamericana se convirtió en una atrocidad mundial en los años sesenta del siglo pasado. El pavor al imaginario despliegue soviético y a otra Cuba, en medio del renacer independentista de África y Asia, sofisticó la Doctrina de Seguridad Nacional a la modalidad de la contrainsurgencia aprobada por John F. Kennedy. De ella provendrían el escalamiento de la agresión a Vietnam, la matanza de medio millón de indonesios en nombre del anticomunismo, el golpe militar contra Juan Bosh y la intervención militar en República Dominicana, el golpe en Brasil contra el gobierno de Joao Goulart. Y el Plan LASO que involucraría a la región agraria de Marquetalia primero, y luego a Riochiquito y otras zonas del país.

Mal puede entonces compararse la naturaleza de los conflictos agrarios en el Sumapaz o el Tequendama, en defensa de la vida y de la propiedad de la tierra contra la voracidad latifundista, con la campaña terrorista anticomunista desplegada por el imperialismo en todo el orbe y aprovechada por la oligarquía liberal conservadora para eliminar la oposición a su Frente Nacional. Los intereses en juego eran completamente distintos. Cuando los campesinos marquetalianos se dirigieron al país y al mundo entero, pidiendo solidaridad para evitar ser agredidos como se tramaba, ofrecieron en cambio un diálogo que fue rechazado de plano y se trocó por bombas y metralla. De allí brotaría el histórico Programa Agrario que definió el carácter de su lucha.

Se trataba de una lucha de índole política, por el poder para el pueblo. Ni en ese Programa Agrario, ni en ningún documento posterior de las FARC hasta la fecha de hoy, se ha planteado jamás que como organización político militar nuestra meta sea la toma del poder tras derrotar en una guerra de posiciones al Ejército colombiano, como se repite una y otra vez por todos aquellos que insisten en señalarnos la imposibilidad de ese objetivo. Desde nuestro nacimiento las FARC hemos concebido el acceso al poder como una cuestión de multitudes en agitación y movimiento. Así como con la táctica de la combinación de las formas de lucha definimos que no desdeñamos ninguna de las vías que las clases dominantes nos permitan u obliguen a emplear.

Desde luego que esa es otra discusión que desborda el tema de que nos ocupamos. Déjeme decirle en cambio, Profesor, que cuando se estudian fenómenos complejos, hay que tener los dos ojos abiertos, para no incurrir en el error de mirar un solo aspecto. Si la desmovilización de las guerrillas liberales y comunistas que se sucedió en el país en el año 1953 no condujo a la paz definitiva, a quienes menos puede imputárseles la responsabilidad es a los comunistas. Los movimientos de autodefensa del sur del Tolima se trasladaron al oriente de ese departamento, a Villarrica y sus alrededores, ilusionados con las promesas oficiales y dispuestos a convertirse en pacífico movimiento agrario.

De allá los sacarían a la brava los planes militares de la dictadura de Rojas Pinilla, en uno de los dramas humanos más terribles y conmovedores de la historia colombiana. La guerra de Villarrica aparece en crónicas de la época, como crudo testimonio del trato que confieren los dueños del poder en Colombia a quienes confían ingenuamente en sus palabras. De esa auténtica diáspora terminarían surgiendo las colonias agrarias del Ariari, Guayabero, Duda, perseguidas igualmente con saña en años posteriores. El pequeño foco campesino dirigido por Jacobo Prías Alape y Manuel Marulanda Vélez, que optó por penetrar a las profundidades de la montaña y fundar la región de Marquetalia, sería atacado una década después, tachado de república independiente.

Usted reconoce no ser un experto en las FARC. Al parecer hay especialidades académicas sobre nosotros. Que sepamos, ninguno ha llegado acá nunca a entrevistarnos. Es lo menos que podría esperarse de quienes escriben libros o dictan conferencias sobre nuestra lucha. Cosas de la ciencia social posmodernista. La desconfianza al discurso del poder no es cuestión gratuita. Ya le hablaba de Villarrica. Está también lo sucedido con Guadalupe Salcedo y otros jefes guerrilleros desmovilizados. Carlos Pizarro. ¿Usted de veras cree que tiene alguna presentación decir que el genocidio contra la Unión Patriótica hubiera sido evitado por la reacción ética de fuerzas considerables de opinión surgidas como reacción del abandono de las armas por nosotros?

El exterminio de la Unión Patriótica se halla enmarcado dentro de la estrategia del denominado conflicto de baja intensidad, una versión más avanzada de la Doctrina de Seguridad Nacional. La UP era uno de esos partidos antidemocráticos que según el documento de Santafé debía ser neutralizado por promocionar el estatismo. Si usted hace memoria, tal vez recuerde que no sólo se persiguió de manera implacable a la Unión Patriótica, sino que con ella perecieron también los más destacados defensores de los derechos humanos, los dirigentes sindicales, campesinos y populares más comprometidos en el conflicto con las recién aparecidas políticas neoliberales. Más tarde no sólo se asesinó a los líderes sino que fue emprendida una diabólica operación de exterminio generalizado, desplazamientos y terror.

Usted dice bien, todo ello producto de una impúdica alianza entre sectores de las Fuerzas Armadas, mafias del narcotráfico, gamonales políticos y paramilitares. Pero soslaya que aquello se constituyó en una verdadera política de Estado, auspiciada y consentida desde el Pentágono. Excluya los muertos de la Unión Patriótica, caídos, según usted, por obra de nuestra utópica y catastrófica decisión de sentarnos en dos sillas. ¿Cuántos suman? ¿5.000? Resultan en realidad un porcentaje mínimo en el espantoso holocausto en que las clases dominantes sometieron a nuestro país en las últimas tres décadas. ¿Fueron dique de contención de semejante avalancha de sangre las fuerzas políticas y corporativas que hubieran actuado por obra de nuestra desmovilización?

Profesor, lo que ha sufrido nuestro país durante décadas es la siniestra práctica fascista de seguridad nacional con traje de democracia. Esa no cambia porque el Presidente haya sido Valencia, Belisario (¿Recuerda el Palacio de Justicia?), Gaviria, Samper, Uribe o Santos. Mientras los colombianos en conjunto no tomemos la decisión real de apelar a todas nuestras reservas políticas, sociales, culturales y éticas a fin de desterrar de los cánones constitucionales y legales esa perversa concepción de Estado, que encarnan en primer término las fuerzas militares y de policía, el fin del conflicto y la paz permanecerán muy distantes. En ese contexto, la voluntad de paz adquiere visos complejos, que superan de lejos la decisión unilateral de entregar armas.

Unas precisiones necesarias

Al igual que sucede con el desconocimiento de la situación que soportan en las cárceles del país una considerable proporción de colombianos encerrados por cuenta de su pertenencia a las FARC, al lado de los cuales una porción notablemente mayor de compatriotas paga entre rejas su vocación por la lucha social y política, da la impresión de que para mucha gente en nuestro país los guerrilleros heridos o muertos en combate no existieran, o al menos se tratara de unos seres humanos inferiores cuya deleznable vida puede ser truncada sin que le importe a ninguno.

Pero no es así en verdad, Profesor. Dentro de las miles y miles de víctimas del fascismo en nuestro país, hay que incluir también a las valerosas mujeres y hombres que entregaron su vida o su integridad física combatiéndolo. Y un razonamiento elemental conduce a hacerlo. Se trata de colombianas y colombianos que comprendieron la necesidad de luchar por un país mejor, y asumieron esa tarea conscientes de los enormes riesgos que les deparaba. El alzamiento armado está reconocido como la forma más elevada de la lucha política, es decir que hace parte del aluvión de formas de actividad que persiguen el objetivo del poder para el pueblo. No es ajeno a este, y es más, no podría existir si no contara con una enorme base popular de apoyo.

Puede parecer ingenioso y hasta despertar aplausos, pero no resulta convincente trazar una frontera que separe a la guerrilla de la lucha popular, ni reclamarle de manera independiente cuáles puede contar como suyos entre los éxitos conseguidos a favor de las masas oprimidas. Las luchas de todos los de abajo conforman un frente y sus conquistas o reflujos benefician o aplazan el acercamiento al objetivo general de redención social. Desde luego que examinar las cosas así se corresponde a la óptica de clase de los explotados. Otras visiones, animadas muchas veces por la idea de una neutralidad inexistente, en realidad hacen parte y sirven a los intereses de los de arriba, a la burlona sonrisa de los sectores dominantes.

La lucha popular en su conjunto ha conseguido muchas cosas y la sola pregunta, cuando menos, destila cierto veneno, bien sea de naturaleza nihilista o francamente burgués. De la lucha armada de veinte años que precedió los Acuerdos de La Uribe, se derivarían para el país efectos verdaderamente modernizantes que implicaron importantes avances. Desde luego que unidos a los clamores y reclamos de muchos otros sectores, ya lo decía atrás. No se trata de metas acabadas, sino especies de postas para el posterior relevo que lleve las cosas más adelante.

¿A quién en Colombia le parece tolerable hoy que el Presidente de la República designe uno a uno los gobernadores y estos luego uno a uno a los alcaldes? ¿Acaso no fueron los tiros y las resonantes denuncias de las guerrillas colombianas las que pusieron en el centro del debate nacional el tema de los derechos humanos? Después se tejería toda una leyenda en torno a la idea de la séptima papeleta que supuestamente sirvió de origen a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. ¿No fue un clamor mil veces repetido al país por Jacobo Arenas, la necesidad de realizar una Constituyente que relevara la vieja constitución del 86?

Debe sonarles a bofetada en el rostro a los militares colombianos, y más ahora que se aprestan a que el Congreso santista les reviva su fuero militar, el que las FARC afirmemos que a punta de denuncias y tiros también, desempeñamos un rol determinante en la concepción restrictiva que terminó imponiéndose en nuestro país sobre esa jurisdicción especial patrocinadora de escandalosa impunidad. Plinio Apuleyo Mendoza o José Obdulio Gaviria viven amargados, restregándoles a los demás colombianos cómo permiten que la guerrilla se cuele en todas partes. No es la guerrilla, señores trogloditas, son los avances democráticos de la lucha popular.

¿Y el estado de sitio? ¿Y el arrinconamiento del paramilitarismo fascista? ¿Será cierto de verdad que las armas en manos del pueblo no jugaron un papel considerable en ello? La lista que podría ir completándose es muy larga, Profesor. Incluso podría convertirse en un importante tema de estudio en foros universitarios. Nuevamente el tiempo y el espacio me impiden extenderme más. Además de que al hacerlo, de buena fe y sin intención de perjudicar a nadie, podría acrecentar el disgusto de personajes y sectores supremamente peligrosos para la salud de los heroicos compatriotas que, en distintos momentos y lugares, han levantado tan dignas banderas.

Hasta cierta etapa de la lucha armada, anterior a la generalización de la táctica estatal de combatirnos con la fórmula de secarle el agua al pez, nuestra presencia y combatividad en muchas regiones del país, dio origen a que en las alturas del Estado se enteraran de la existencia de esas gentes y la suma de adversidades que pasaban. El afán de aislarlas de nosotros, condujo por una especie de carambola, a que así se tratara de trochas llegaran a muchos pueblos y veredas, vías por las cuales circulara un carro de línea, escuelas donde los niños pudieran educarse, puestos de salud en donde al menos una promotora les suministrara una elemental asistencia.

Hasta la consolidación actual que pregonan practicar en catorce zonas del país las fuerzas militares, ha implicado la atención de algunas de las necesidades angustiosas de la gente. Mal haríamos nosotros en sobreestimar este aspecto sobre los desplazamientos, los encarcelamientos masivos, las persecuciones, los crímenes y el terror generalizado que impone la ocupación militar de extensas áreas, así como el repoblamiento de las mismas con gentes de su fiar. La asistencia social de programas como Familias en Acción, que hace parte de todo lo anterior, no deja de tener el sabor amargo de que jamás habría surgido si la guerrilla no hubiera puesto antes un pie allí. Esto suena indignante, pero no deja de ser útil para dimensionar la mezquindad de los planes oficiales.

En su reciente viaje a Londres, Santos se convirtió en presa de caza de los medios por haberse atrevido a hablar de despenalizar las drogas. En el Pleno de Estado Mayor Central del año 2000, en pleno proceso del Caguán, de manera oficial, las FARC planteamos al pueblo norteamericano, a su Congreso y al gobierno de los Estados Unidos la legalización de las drogas. Y los campesinos de este país llevan décadas hablando del asunto en distintos espacios. Si tal eventualidad llegara a producirse un día, la historiografía oficial se encargaría de ensalzar al actual Presidente como el artífice de tan trascendental medida. No sería la primera vez en la que las clases dominantes colombianas se apropian de viejos anhelos populares para presentarlos como suyos y negar de paso la actuación de los desposeídos en la historia.

La voluntad sincera de paz

Hablando del Caguán, lo invito Profesor a realizar un desprevenido estudio histórico de los Acuerdos que posibilitaron la zona de despeje y los diálogos cumplidos allí. A la luz de las reglas pactadas con Pastrana, haciendo caso omiso de las malintencionadas campañas de prensa, no puede encontrarse un solo hecho de parte nuestra que signifique una violación a las mismas. Fue el Estado quien hizo valer su tesis de dialogar en medio del conflicto, lo cual quería decir que por fuera de la zona de despeje la guerra continuaría con toda su crudeza. La propia Defensoría del Pueblo se encargó de declarar que las supuestas pistas que mostró Pastrana en fotografía para justificar el fin de la zona, eran en realidad antiguas carreteras.

Pero la embestida mediática adquirió tal dimensión en contra nuestra, que Osama Bin Laden o Hussein resultaban ángeles comparados con nosotros. Lo que jamás ningún analista objetivo se ha detenido a examinar, es la actitud del gobierno, que en la Mesa hablaba un lenguaje y por fuera de ella el contrario. Uno de los Acuerdos fundamentales a que llegamos se llamó la Agenda Común por el Cambio para una Nueva Colombia, la relación precisa de los temas que ocuparían la discusión en la Mesa de Diálogos: El contenido de los acuerdos de paz, la doctrina militar, las reformas democráticas al sistema político, el modelo de desarrollo económico, el régimen tributario, el empleo y la atención social, la tierra, la política de explotación de los recursos naturales, las relaciones internacionales y el tratamiento social al problema del narcotráfico.

En tres años de conversaciones, el gobierno se dio maña para que ni siquiera uno de esos puntos fuera abordado en los diálogos. En medio centenar de audiencias públicas a las que concurrieron más de 30.000 colombianos con sus propuestas sobre los temas específicos de las convocatorias, y en un sin número de formales Mesas Redondas con sectores de la producción y la academia, fueron debatidos temas de trascendencia para la vida y el futuro del país. Se suponía que la Mesa de Diálogos se encargaría del examen de lo concluido en todos esos eventos. En eso consistía el proceso, de conformidad con las reglas pactadas. Ni una sola vez, absolutamente ni una, el gobierno posibilitó dar paso en el orden del día de las reuniones a ese asunto.

Contrariamente a lo que se comprometía en la Mesa, públicamente declaraba todo el tiempo que temas como el Plan Colombia, los acuerdos de ajuste con el FMI, el Plan Nacional de Desarrollo, las reformas constitucionales tipo régimen de transferencias, o legales como el nuevo código minero no hacían parte de ningún tipo de debate con la guerrilla. O sea que borraba con el codo los compromisos firmados con Manuel Marulanda Vélez, difundidos ampliamente por la prensa nacional. Y sin embargo, nadie hablaba de ello. Era como si no estuviera pasando. Lo que se revelaba todos los días al país era que las FARC no tenían la menor voluntad de paz, que en cada respiración estaban violando los acuerdos.

De ese modo quedaba patente la verdadera intención oficial, lo único que nos reservaba era el derecho a la rendición sin condiciones. El gobierno era consciente de que si no lo lograba, al menos ganaba el tiempo que necesitaba para readecuar a las fuerzas armadas para la guerra de exterminio. Ningún estudioso del tema puede dejar pasar por alto el inmenso significado de lo expresado por el Comisionado de Paz de entonces, Víctor G. Ricardo, al periodista Hollman Morris, en su documental sobre el encuentro EL DIÁLOGO ES LA RUTA celebrado en Barranca en agosto pasado: si las FARC en ese momento hubiesen sabido que el Estado no contaba con qué comprar un cartucho, no se hubiera sentado a dialogar en el Caguán.

Era el Establecimiento quien se burlaba abiertamente no sólo de nosotros sino de la comunidad nacional e internacional que acompañaba el proceso. La gran prensa desempeñaba con lujo de detalles su nefasto papel en esa conspiración contra Colombia. De lo que se trataba en realidad era de aniquilar de una vez y para siempre la oposición a la radicalización de las políticas neoliberales impuestas por la banca trasnacional y aceptadas de buen grado por la oligarquía gobernante. Basta con observar quiénes integraban el equipo de gobierno de Pastrana y quiénes lo integran hoy. Es el mismo grupo de tecnócratas formados y devotos por la Escuela de Chicago, cuyas realizaciones hacen hoy aguas en todo el mundo.

Es por eso que no se encuentran diferencias de fondo entre lo que se nos exigía por debajo de la mesa una década atrás y lo que se nos conmina a hacer hoy día con la famosa llave oculta de Santos. Hace diez años, además, se hallaba en esplendor el dominio abierto de los llamados halcones en el gobierno norteamericano. La reconocida alianza entre el poderío militar de ese país y las grandes corporaciones industriales y financieras, que suele agruparse en la denominación complejo militar industrial del Pentágono, abría sus fauces guerreristas ansiosas de más negocios por cuenta de la guerra en cuanto rincón de la tierra le fuera posible.

Vale la pena indagar cómo se contabilizan aquí los centenares, los miles de millones de dólares de la ayuda norteamericana a la guerra. ¿Harán parte del superávit en la balanza de pagos? ¿Influirán en la cifra de crecimiento de la inversión extranjera? ¿Se reflejan en el avance del PIB? Lo que estudiosos muy serios sostienen es que tan grande avalancha de recursos provenientes de los impuestos pagados por los ciudadanos de los Estados Unidos, constituye en realidad un escandaloso chorro de subsidios a las grandes empresas ligadas al sector bélico. Los dineros nunca entran a Colombia, sino que con ellos se pagan todas las armas e implementos que fabrican esos pulpos empresariales y que se trasladan aquí con el benévolo nombre de ayuda.

Ellos más que ninguno, animados por su satánica idea de guerra contra el terrorismo, presionaban la escalada del conflicto colombiano. La guerra total contra las guerrillas, en la concepción de seguridad nacional, serviría a la vez para golpear indistintamente al movimiento social y popular que se enfrentaba decidido a las medidas neoliberales de privatización, flexibilización laboral y libre comercio. Todas ellas, como tenemos cada día más claro, nos condenan cada vez más al saqueo descarado de nuestros recursos naturales, a la eterna soga al cuello del crecimiento de la deuda, y sobre todo al recorte acelerado de los servicios públicos y derechos conquistados por los trabajadores en tiempos pasados, sin posibilidad de marchar hacia adelante.

¿No es que ya anuncian un nuevo régimen de jubilaciones que alarga aún más la edad para tener derecho a una pensión? Como ve, Profesor, eso que usted y muchos colombianos percibieron como el síndrome del Caguán, y que los llevó en un arrebato emocional a inclinarse hacia la extrema derecha que representaba Uribe, no pasa de ser una fábula, si se la examina de modo objetivo, ligándola a los demás aspectos de la realidad. Señalarnos más encima con el dedo índice a nosotros como directos responsables de ella, sobre todo desde la respetable posición de intelectualidad pensante, resulta un despropósito tan bien elaborado, que haría merecedor del galardón de oro a los publicistas y propagandistas de la globalización neoliberal.

Voy a decirle algo que a mucha gente le podrá parecer inadmisible. Si el ganador de las elecciones del año 2002 en Colombia hubiera sido Horacio Serpa, hubiera sido él el encargado de desarrollar con leves diferencias de matiz el Plan Colombia, el Patriota y la consolidación. Hubiera sido él quien firmara el TLC con los Estados Unidos y quien recorriera el mundo afanado por más acuerdos de libre comercio, del mismo modo como le señalaba con relación a quienes miran en Santos un campeón de la democracia. Nuestros Estados se hallan condenados a desempeñar un rol subordinado en el entorno de los intereses del gran capital trasnacional. Es por eso que retoma toda su urgencia la recuperación de la soberanía e independencia nacionales, así como la necesidad de la integración latinoamericana que nos permita enfrentar con éxito al monstruo.

Una ligera mirada al entorno

No creo que merezca debate su apreciación de lo que sucede en el entorno latinoamericano. Es justa y acertada. Apenas podría agregarle una mención. Es la que se refiere a los dos modelos de izquierda que se implementan en nuestro continente. Uno, el del Brasil, decididamente inclinado a la asistencia social, mientras en todo lo demás se ciñe a la cartilla dictada por los poderes internacionales del capital, y el otro, el de Cuba y Venezuela, que apuntan a construir un modelo socialista acorde con sus realidades nacionales, pero completamente autónomo en materia de políticas económicas. Usted sabe que Lula obtuvo incluso el título de personaje mundial del año en el 2010, mientras los Castro y Chávez reciben el trato de demonios en los círculos dominantes.

Fidel y Chávez son considerados los peores dictadores internacionales por las agencias de prensa norteamericanas y europeas. En Colombia, en el entorno de las clases dominantes y los grandes medios de comunicación, el proceso revolucionario venezolano es visto con la misma saña y repudio con que lo mira la catorce veces continuas derrotada oposición de ese país. La imperiosa necesidad económica impuso el acuerdo de Santos con Chávez, por el que el primero se comprometió a respetar lo que hacía el segundo en su país. Pero todos los colombianos sabemos lo que en realidad piensan Santos y su corte. Todos, al unísono, se unieron al coro de felicidad por el golpe del 11 de abril de 2002. La actitud sigue siendo la misma. No nos engañemos.

Aquí tenemos un ejemplo contundente de lo que significan las políticas neoliberales que no admiten Cuba y Venezuela. Se encuentra en la Guajira y se llama el Cerrejón. Hace casi tres décadas que se anunciaba la milagrosa redención que operaría la mina más grande de carbón a cielo abierto del mundo. La realidad dice más que las palabras. Los miles y miles de millones de dólares se fueron para otra parte. ¿Y los Wayú? ¿Y el acueducto de Riohacha? ¿Y la miseria galopante en la región? Hasta tuvimos en un comienzo una empresa minera carbonífera asociada con la transnacional. Se la tragaron también. El cuento de las locomotoras de Santos es más de lo mismo. Sería bueno indagarle sobre su inclinación por la guerra total en lugar de la paz.

El eterno sambenito

No lo culpo a usted. Nos han hecho mucho daño con eso. Resulta más cómodo estigmatizarnos así y echar bombas encima de nosotros, que dejar que hablemos y expongamos en igualdad de condiciones nuestro pensamiento y nuestra propuesta de país. Es su ventaja competitiva, al decir de ellos. El apoyo de los medios imperiales y locales para construir cuanto quieran. La cooptación de la inteligencia. La cárcel y la tumba para quienes sostengan lo contrario. Me ratifico sin vacilaciones en lo expresado por el Camarada Alfonso Cano en relación a nosotros y el narcotráfico. Sin ínfulas de prestidigitador. Voy a añadirle tan solo una cosa, dada su cortesía al escribirnos. Me imagino los adjetivos que me acarreará esto.

Si hay un oficio ingrato y malquerido es ser agente del fisco. Crear un impuesto que grave a los compradores de pasta de coca significa cobrarlo. Sucede que quien envía sus emisarios a buscar la mercancía, palabra de uso en su jerga, es la mafia crecida a la sombra del Establecimiento. Se trata de personas que han adoptado una decisión en la vida, hacer la mayor cantidad de dinero, en el menor tiempo posible, al precio que sea. Para pasarla tan bien como los capitalistas esos que ven en el cine y la televisión. A quienes también les salvan capitales en tiempos de crisis económica. Tratar con gente así no es fácil. Sus emisarios siempre tendrán el oculto propósito de burlarnos. Con esa intención inventan todo tipo de artimañas. No quedaba otro remedio que salirles al paso con algunas medidas, como fijar sitios exclusivos de venta, entre otras.

Sobre gestiones de ese tipo es que nuestros enemigos han edificado la leyenda. En realidad nosotros cobrábamos un derecho a las mafias por entrar a comerciar en las áreas de nuestra influencia. Ese tipo de relación, que no es precisamente de buenos amigos, nos convierte en demonios. A otros, relacionados con propósitos mucho más reprochables, les va mejor en su carrera económica, política o militar. El gobierno de los Estados Unidos sí que sabe hacerlo, como se vio en el famoso escándalo Irán-Contras. El problema con nosotros tiene motivaciones muy distintas. La siembra y la recolección de la hoja de coca obedecen a situaciones suficientemente explicadas en este país. Lo demás es carreta, como dijo Alfonso.

Antes de despedirme de usted, quisiera expresarle mis agradecimientos. Aunque con muchas interrupciones, el esfuerzo por responder de algún modo sus agudas inquietudes, que honradamente espero no vaya a terminar de algún modo en una afrenta, me ha resultado inmensamente placentero. En medio de nuestras diferencias, que no creo sean tantas como pudiera pensarse a primera vista, me veo obligado a reconocer en usted a un hombre francamente preocupado por la realidad y el futuro de nuestro país, a un colombiano hastiado de la violencia que hace enormes esfuerzos por contribuir a que se abran las puertas del diálogo y la salida civilizada al conflicto. Ese solo hecho lo hace acreedor a nuestro fraterno abrazo,

Cordialmente,

Timoleón Jiménez

Comandante Estado Mayor Central de las FARC-EP

Montañas de Colombia, diciembre de 2011.

Un debate necesario .- Diálogo epistolar

tomado de http://prensarural.org/spip/spip.php?article7176